domingo, 21 de febrero de 2021

Abrazame. Una carta de una hija despidiendo a su padre en su lecho de muerte.

Gracias por esperarme, por seguir aferrándote a la vida para darme el tiempo de llegar a tu lado, ahora ya estoy aquí, ya puedes partir.

Te pido que nos protejas, que me ayudes a entender a mi mamá, a darle fortaleza. Ayúdame a darle fuerza a mis hermanos. Dame la fuerza que tú has tenido hasta este momento. Te pido que me ayudes a poder despegar, a desatar todos esos nudos que no me permiten avanzar como tú quieres que avance, dame luz donde veo oscuridad, a tener todo lo que tú quieres para mi, guíame, ayúdame, acompáñame. Te pido que nos ayudes, que nos protejas, que nos desates de todas las envidias que no nos dejan avanzar, ayúdame a tener la estabilidad para ahora ser yo la que le dé fortaleza a mi mamá y a mis hermanos, ayúdame a ser ahora el pilar de esta familia, ayúdame a ser mejor cada día, acompáñame, bendíceme y cada que puedas visítame, hazme saber que estás a mi lado cuando veas que decaigo. Hazme sentir que estás conmigo cuando me sienta sola, dame un abrazo cuando veas que lo necesito, dame tu amor cuando veas que lo tenga que compartir. Gracias papá por hacerme quien soy, gracias por ser tu hija, gracias por mi mamá y mis hermanos, gracias por todos tus regaños, gracias por todo tu amor en la distancia y gracias por todo el nuevo camino que vas a estar a mi lado

Gracias por estar a mi lado, gracias por escucharme antes de que te vayas, gracias por todo lo que me has enseñado en estos días han difíciles. Gracias por enseñarme a tener esperanza y por enseñarme que lo mejor para mi no es lo que yo quiero, si lo que Dios dispone para mi, lo que Dios quiso para ti

Ahora te pido que te dejes tu cuerpo en paz, para no verte así, para ya empezar a vivir esta nueva vida sin ti, para empezar a vivir esta nueva vida contigo ahora siempre a nuestro lado

Abrázame papá, abrázame porque sé que aqui estás junto a mi viéndote acostado. Abrázame, déjame sentirte de nuevo. 

Abrázame en un abrazo eterno hasta el momento de vernos de nuevo.

Abrázame para sentirme fuerte.

Abrázame, tenme abrazada mientras hablo con mi mamá, tenme abrazada mientras hablo con mis hermanos tenme abrazada cuando tomemos juntos las decisiones, tenme abrazada cuando de aquí partas, tenmee abrazada cuando en algún momento olvide que tú estás caminando a mi lado.

Siempre ayúdame a ver las huellas que voy dejando en mi camino, donde solo vea tus pisadas porque me llevas cargada. 

Te quiero mucho papá, más de lo que puede demostrarte, más de lo que esperabas que te demostrara, más de lo que nunca supe cómo decirte cuando me sentías alejada.

Ahora te pido partas en paz, que ya he comprendido que es lo mejor para ti. Ya puedes estar tranquilo, ahora ya puedo entenderlo todo, ahora ya voy a aceptarlo todo, ahora lo entiendo, ahora ya te dejo ir tranquila, ya ahora te puedes ir tranquilo. 

Me despido de ese cuerpo inerte en el que ya no estas presente, para empezar a vivir... Con tu esencia en nuestras vidas eternamente.







martes, 29 de octubre de 2019

Ventana del alma

Y ahí estaba ella, perdida en la conversación con el ser que la tenía encantada desde hace semanas. Todas sus amigas siempre le dijeron que los ojos eran la ventana del alma, que podría saber de inmediato si era la persona adecuada con tal solo una mirada. Tantos libros, poemas, relatos, autores que basaban sus obras en historias donde el amor nacía en los luceros de los ojos del ser amado. Ahora ella estaba ahí, sin poder quitar la mirada de ese rostro, sin poder evitar sentirse cada vez más fascinada.

Pero no era su mirada la que la tenía tan atrapada. Le era imposible escapar de su plática, de sus anécdotas. De charlas guiadas por el compás de sus manos que acentuaban los puntos y comas, mientras un bastón blanco colgaba de una de ellas. Sus ojos bailaban de un lado a otro, como queriendo enfocar a quien no tenían la capacidad de ver. Unos ojos blancos que se perdían en la distancia, rompiendo todas las teorías relacionadas con las románticas miradas. Unos ojos que no veían, pero que hacían un juego perfecto con una gran sonrisa. Una sonrisa que ahora se convertía, en esa tan promocionada ventana del alma.



viernes, 11 de octubre de 2019

Una vez más…


Y ahí iba, una vez más siendo el primero. Una vez más, ganándoles a todos. Una vez más, superando a sus amigos. Sus compañeros de mil batallas se quitaban el sombrero reconociendo su derrota, pero ahora sin envidia, sonriendo para sus adentros… Mientras el ataúd bajaba lentamente, con ese triunfador en sus entrañas.





miércoles, 9 de octubre de 2019

Un extraño


Estaba acostumbrado a que su vida siempre dependiera de alguien, era la esposa quien decidía en la casa, sus compañeros de trabajo siempre influían en sus decisiones para buscar crecer, vivía bajo la sombra de su jefe inmediato quien se llevaba los reconocimientos de sus esfuerzos.

 Cuando pasaba al Starbucks por su capuchino, el tipo de leche que le ponían siempre dependía del humor de la señorita que lo atendía. En la fila del cine siempre perdía los mejores lugares por la gente que se le metía. Nunca miraba a los ojos de las personas, su eterna mirada al suelo solo lograba que enterraran más una dignidad que ya tenía mucho tiempo de sepultada.

 Caminaba arrastrando los pies, con las manos metidas en las bolsas del pantalón, con la eterna mirada baja. Sin pensar en nada, pensando en todo. Con el cabello relamido, igual que como lo peinaba su madre desde que iba en la primaria, no podía ser de otra forma, no sabía que había otra forma de peinarse.

 Vivía con una mujer que le quitaba todo lo que el ganaba, ella ya se había acostado con la mayoría de sus compañeros de trabajo, ella cada que podía se lo restregaba en la cara... Y el solo se callaba cuando así lo humillaba.

 Estaba desde niño programado a no contestar, a no reclamar. Su madre terminaba con las palma de las manos adormecidas de tanta cachetada invertida en su educación, cada golpe iba clavando mas esta programación en su ser, pasando por cada capa de piel, por cada capa de su alma, cuarteando una dignidad hasta hacerla tan frágil que termino haciéndose polvo con cada sesión, con tanta dedicación de una mujer abandonada por su marido y que tuvo en ese niño la única forma de desquitarse con la vida, de sacar su frustración mientras el Ron que bebía se lo permitía, antes de caer inconsciente por la bebida.

 La mama estaba muy acabada por los excesos del alcohol, le diagnosticaron  cirrosis hepática en una etapa ya muy avanzada, los dolores que sufría eran muchos y no podía dejar de tomar, la bebida era su única fuga desde que su hijo ya era mayor de edad y no estaba dispuesta a dejar de tomar... Ni a seguir viviendo. La cirrosis le provoco un cáncer en el hígado muy agresivo, ella había comprado una pistola cuando su hijo se fue a vivir con su pareja, "Es para protección", fue la forma de justificarse para hacer tal compra. En una tarde que estaba sola, sufriendo los insoportables dolores, tomo la decisión mas fácil que se le hizo en ese momento, tomar la pistola y sin pensarlo dos veces se disparó en la boca, esparciendo los sesos en la pared en la pared despintada del pequeño departamento que habitaba.

 Le avisaron a su hijo, llegó la policía. Después de todo el papeleo, de que quedo confirmado que fue un suicidio, le hicieron entrega del cuerpo para su sepultura. Su mujer solo le permitió que pidiera un préstamo para incinerar el cadáver, era lo más barato, era lo único que le alcanzaba con el limitado presupuesto que le fue permitido. Compró la urna más económica que le pudieron ofrecer y con el recipiente en la mano fue al departamento a recoger lo poco que había dejado la mama.

 Ahí se encontró con la pistola que había dejado en una caja cuando se la entregó la policía, era una escuadra calibre 38, aun con nueve tiros en el cargador. La tomo con ambas manos, el peso del arma le hizo recorrer un escalofrió en todo su cuerpo. La cambiaba de mano, la veía una y otra vez, acariciaba el metal, viéndola como si estuviera en trance, mientras por su cabeza pasan cientos de ideas.

 Se encontró pensando en su mujer, la que le quitaba todo su dinero, la que se acostaba con todos sus compañeros solo por el gusto de hacerlo. Pensaba en su jefe, quien tantas veces presento como propios los resultados de sus esfuerzos. Pensaba en sus compañeros, quienes se burlaban en su cara y platicaban de los encuentros sexuales con su esposa como si el no estuviera presente. Pensaba y pensaba, mientras acariciaba el arma.

 Se sentó en una silla, la misma que había usado su madre, la misma donde ella estaba sentada cuando decidió suicidarse, la misma que aun emitía entre los trozos de madera el eco del arma disparada.

 A un lado de la silla estaba un espejo, que entre las manchas de humedad y suciedad aun permitía ver parte de su reflejo, se veía con la pistola, se apuntaba, sonriendo como un niño sostenía la escuadra, sonriendo como cuando era pequeño y se comía a escondidas el helado que compraba, con el los cambios que se quedaba cuando iba a comprar las botellas de licor de su madre. Primero solo sonreía, después fue una gran sonrisa mientras seguía posando con el arma en sus manos, recordando las escenas de las películas de vaqueros que de chico veía, imaginándose disparando a todos los villanos con que convivía día a día.

 Siempre había vivido a la sombra de todos, siempre abusado por todos, no recordaba la última vez que se había comprado algo por gusto, no recordaba si alguna vez pudo comprarse algo por solo el placer de hacerlo, de tomar una decisión, de hacer por alguna única vez lo que le diera la gana... Simplemente ese recuerdo no existía.

 No dejaba de acariciar el arma, mientras su mente vagaba, trayendo ideas, planeando cosas, pensando mil cosas... Hasta que solo fue una sola la idea que se quedó en su mente, ahora solo pensando en cómo darle forma.

 Pensó muchos escenarios de una misma historia, los probables finales, los distintos libretos, hasta llegar a una conclusión que le convenciera, hasta pensar en una solución a sus problemas,

 Tomo el arma, la guardo en la cintura, exactamente igual como tantas veces lo había visto que lo hacían en las películas donde el héroe acaba con todos los villanos sin siquiera despeinarse. Salió del departamento, bajo a la calle. Ya estando afuera se quedó pensando a donde ir primero, si a la casa donde vivía o al lugar donde trabajaba, él tenía permiso para faltar por lo que todos sus compañeros estaban en ese momento trabajando, todos reunidos, todos juntos. Sonrió, y acariciando la pistola que llevaba oculta en su cintura se encamino a su trabajo.

 Durante el camino que tantas y tantas veces había caminado se cruzó con varios vecinos. Ahora caminaba con una media sonrisa, viendo de frente. Algunos con los que se cruzaba lo veían asombrados, muchos de ellos no lo recocieron de inmediato, nunca habían visto sus ojos, siempre su mirada era al suelo, no de frente. Nunca lo habían visto caminar sin las manos en las bolsas, nunca lo habían visto andar erguido como lo hacía ahora.

Caminaba decidido, se veía de reojo cuando pasaba por las ventanas, viendo el reflejo de quien sabe lo que quiere, viéndose con ese poder que llevaba oculto bajo su ropa, viéndose como nunca se había visto antes, con superpoderes ocultos en su ropa.

 Vio a lo lejos la entrada al lugar donde trabajaba, sonriendo, acariciando la pistola, empezó a caminar más de prisa, deseando ya iniciar lo que ya tenía tan planeado. De nuevo los rostros burlones de todos los que día a día abusaban de él los veía en su mente, de nuevo escuchaba sus burlas, pero ahora él sabía que las cosas ya no iban a ser iguales, que ahora iba a ser diferente.

 Cuando ya estaba a unos metros sentía que flotaba de lo rápido que caminaba, estaba por llegar cuando dio la vuelta y se metió al local que estaba a un lado de donde trabajaba, con la exactitud que tenía programada. Ya en el interior, con toda la seguridad que llevaba, se acercó al mostrador y sin pensarlo dos veces saco el arma y viendo de frente al sorprendido propietario le dijo sin pensarlo... "Cuanto me presta por esta pistola".

El encargado de esa casa de empeño vio la pistola, vio que estaba en buenas condiciones, que era de buena marca por lo que el préstamo represento una cantidad de dinero que nunca había tenido junta ese ser desdichado, tan desafortunado que al sentirse dueño de su destino por el pago en efectivo se retiró con una gran sonrisa, paso por su oficina con la excusa que había olvidado algo, solo para tener el gusto de ver a todos aquellos infelices en la cara, sabiendo que era portador de esa cantidad de dinero, como siempre no faltaron los comentarios ofensivos, cosa que ahora no le importaban, tenía un poder que nadie más tenia, el poder de hacer lo que quisiera con ese dinero en su bolsillo.

 Salió de ahí, camino a su casa, caminando alegre, feliz, quería ahora verle la cara a la bruja de su mujer, para sentirse importante, para verla de forma despectiva, para saber que tenía algo que no le iba a compartir, algo que ella no le iba a quitar como era su costumbre, de tener ese poder en sus manos.

 Llego a su casa, con una sonrisa que no pasó desapercibida a su mujer, pero no le dijo nada, lo estuvo observando, lo estuvo cazando. Noto que se frotaba la bolsa del pantalón y sonreía. No era quincena por lo que sabía que no le habían pagado, algo se traía aquel miserable y no se lo había reportado.

 El paso su día pensando en que gastar su pequeña fortuna, nunca se había comprado ropa nueva, todo lo que tenía era ropa de segunda mano que compraba en el mercado. No tenía teléfono celular, solo su esposa era la que merecía tener uno, que decir de un reloj o cualquier otra extravagancia que no cabía en su vida... Pensaba y pensaba que hacer, mientras una loba no dejaba de asechar a su presa.

 Ella no sabía que sucedía, solo que ese desgraciado se traía algo entre manos, de inmediato noto ese raro gesto de pasar continuamente su mano por encima de la bolsa del pantalón, sabía que ahí estaba el misterio. ¿Que podría ser? Ese miserable solo cobraba cada quincena y era tan poca cosa que nunca ganaba ningún bono adicional a su sueldo. ¿Qué es? ¿Qué es? No dejaba de preguntarse la desalmada mujer.

 Esa noche hizo lo que nunca, le preparo algo de cenar, tampoco se esmeró mucho, solo calentó un bolillo viejo que quedaba y le puso una embarrada de frijoles, acompañado de un café cargado de pastillas molidas para dormir, le puso mucha azúcar para disfrazar lo amargo del polvo de las pastillas.

 El vio muy desconfiado esto, jamás le había preparado algo de comer, era a él al que siempre mandaba hacer de comer. Sabía que algo raro sucedía. Ella vio que veía con desconfianza la cena preparada pero basto un ¡Comete eso! Para que el accediera a comerse el bolillo duro con fréjoles e intentar tomarse el café demasiado dulce. Jamás había tomado un café preparado por ella, así que supuso que el estar demasiado endulzado era porque no sabía prepararlo adecuadamente.

 Intento comerse el duro bolillo pero el café ya no lo probo, demasiado dulce, no estaba acostumbrado a lo dulce, en esa casa solo a la esposa le estaba permitido el uso del azúcar. Ella lo veía con desesperación, no tenía la paciencia de esperar, por lo que se acercó por un lado, le grito que se tomara el café, mientras que con una mano intento tocar la bolsa del pantalón.

 El, cuando vio la intención de tocar por encima de la bolsa del pantalón, hizo que algo dentro de él se activara, fue como si una muy vieja maquinaria a la que tenían mucho tiempo de no encender de repente le pusiera gasolina y bujías nuevas, algo hizo prender la mecha de una vieja pólvora que se estuvo acumulando por muchos años, algo hizo clic en esa cabeza que parecía llena solo de estopa, algo hizo que estallara lo que nunca había estallado, que arrancara una vieja maquinaria que en realidad nunca se había usado.

 El dejo el pan que tenía con su mano izquierda y con la mano derecha aventó la mano de la mujer que pretendía tocarlo. Ella se sorprendió, por un momento no supo que hacer, el jamás se había atrevido a hablarle de frente, menos a levantarle la mano. Por un instante ambos se quedaron viendo, como asimilando que había pasado, ella de inmediato se recuperó y ahora sin intención de disimulo alguno volvió a intentar tocar lo que tanto cuidaba el desgraciado de su marido.

 Él ahora se levantó de golpe, aventó a la mujer con ambas manos, golpeándole el pecho. De pronto sintió un placer enorme en hacer esto, un poder que se incrementó cuando vio la mirada de su mujer, una mirada de alguien que de pronto pierde el rumbo, como si de pronto un ataque repentino de alzhéimer le hiciera perder la noción de donde estaba, de quien era. Él ahora la tomo de los hombros, sacudiéndola mientras gritaba, un grito de desahogo, un grito que destapaba sentidos tapados desde hace muchos años por los abusos de todos los que rodeaban su vida, empezando con su madre.

 Un grito que movió fibras que estaban desde hace mucho tiempo desconectadas, un grito que duro solo unos segundos, pero que pareció eterno por todo lo que significó.

 La mujer ahora no dejaba de verlo, con los ojos abiertos, tan abiertos como las cuencas de los ojos se lo permitieron, pero no lo suficiente para poder captar lo que a su marido le estaba sucediendo. Con la boca abierta intento balbucear algo, tratar de poner orden, pero no pudo decir nada, esas manos en los hombros le esfumaron toda esa autoridad con que antes se pavoneaba en la casa.

 El la hizo a un lado, obligándole a sentarse en la silla donde unos momentos antes el estaba sentado, aun sosteniendo sus hombros se le acercó y le murmuro... "No lo vuelvas a intentar" Y con la mirada le dio toda la explicación que ella pudo necesitar para saber que ya nada iba a ser igual.

 El la soltó, se paró erguido, se sacudió la ropa. Tomo una chamarra y se dio la vuelta para salir a la calle, realmente no sabía a donde ir, en todo los años que llevaba casado nunca había salido de noche, era una más de las miles de cosas que tenía prohibidas, abrió la puerta para salir de la casa, solo volteo para decirle "No me esperes, regreso más tarde"

 Ella lo vio y bajando la mirada solo movió la cabeza, aceptando sumisa la información que le daban. La mirada que había recibido era de un desconocido, no del marido que conocía. Era como si alguien hubiera usurpado el alma de su marido, como si un alíen se hubiera posesionado del cuerpo de su esposo. Alguien que con solo mirarla le había dado miedo, la mirada de alguien nuevo... La mirada de un extraño que en el fondo la excitaba, la mirada de un extraño al que ahora quería llevarse a la cama, en cuanto regresara.





martes, 23 de abril de 2019

Un final de novela.

Corrían de tomados de la mano, felices, jugando. Dos jóvenes maduros quienes se perdían en sueños y promesas que con cualquier excusa se daban. Ahora estaban correteando entre los establos donde trabajaba el enamorado veterinario, mostrándole a su amada todo a lo que él se dedicaba, donde guardaba sus medicinas, donde estaban los animales que tenia en cuarentena. Con el orgullo de quien hace todo con gusto, de cuando te pagan por hacer lo que mas te gustaba.

Llevaban saliendo un año, pero la relación era como si se conocieran de toda la vida, uno sabia como terminaba las frases del otro, los gustos, las aficiones, todo como si tuvieran cada uno por escrito el guion de esa película rosa que estaban gozando en vida.

Ya habían puesto fecha para culminar esa relación perfecta, donde escurría miel aun en las cosas mas rutinarias de su vida. Donde ya el despertar de un dia donde no había nada mas que hacer, donde ya tenia tiempo que no importaba otra cosa mas que hacer, que solo disfrutar con quien estas, no importando en dónde estes.

Salian caminando de la mano cuando ella recibió una llamada, le marcaban del consultorio donde ella trabajaba, era una de las medicas mas  reconocida a nivel mundial en su especialidad en Medicina Nuclear, le avisaban que acaban de llegar el material radioactivo que ella usaba en su máquina de PET, donde podía, literalmente, rebanar en imágenes a las personas para conocer cada capa de su ser.

Subieron a su coche y ambos fueron al consultorio para recibir este encargo que ella tenia dos semanas esperando.

Llegaron a la clínica, pasaron al enorme cuarto donde estaba la maquina. Aquello parecía el set de una película de ciencia ficción. Mientras ella firmaba de recibido las cajas con el material radioactivo, el curioseaba por toda el área. El cuarto era de un blanco inmaculado, paredes, pisos, techo, contactos, todo blanco, como un fondo perfecto para la gran maquina gris que ocupaba el centro. El enorme aparato lo cruzaba un carril horizontal que era por dónde entraban los pacientes acostados. Servia para tomar imágenes de todo el detalle del cuerpo, produciendo una imagen en tercera dimensión que hacia adictivo el estar viéndolas, el estar jugando con cada una de las capas del cuerpo de los pacientes, los cambios de colores en cada uno de los órganos, daba la impresión de ver una imagen de un videojuego de ultima generación.

Ella termino de firmar, entrego los documentos al mensajero y con una gran sonrisa abrazo a su amado por la espalda, dandole un suave beso en el cuello, mientras con sus manos acariciaba su pecho, bajándolas suavemente hasta su entrepierna.

Él, con una gran sonrisa, se volteo para abrazarla, de igual forma acariciando su cuerpo de forma seductora.

Se besaron, recargados en la maquina, acariciándoselos suavemente. El la separan y le dijo, – Quiero que tomes una imagen de mi, ve desde mi interior, todo lo que ya te pertenece.

A ella le gusto la idea, después de todo tenia ya su celular lleno de imágenes de ellos, de todos lados, en todas partes. No le pareció tan mala idea el tener una nueva perspectiva de ese ser qué tan enamorada la tenia.

Mando llamar a los sus ayudantes que por suerte ese día estaban presente dando mantenimiento al lugar,  
 prepararon todo, ayudo a desnudar a su novio, lo recostó en la camilla que lo introducía al interior del PET y se retiro al donde se llevaban los controles. Era un capricho de unos enamorados, uno de esos que no importa lo que cueste, si sirve para darse un gusto cuando nada mas importa, que lo que sientes por la otra persona.

Ella se puso unos audífonos con micrófono que servia para hablar con los pacientes que estaban dentro de la maquina, le iba describiendo cada una de las capas que por su monitor le iba saliendo. Describiendo los colores, riéndose de sus imperfecciones. Una pantalla llena de colores... Dónde fueron apareciendo manchas negras. 

De pronto ella se quedo callada, levanto su mano derecha para ponerla sobre su boca, mientras con la otra se quitaba los audífonos con los que minutos antes con su amado se comunicaba. Ya no escuchaba lo comentarios en broma que su novio le seguía diciendo, ella estaba ahora ocupada revisando de nuevo lo que acaba de ver, hizo todos los ajuste que podía hacer, tomo de nuevo las imágenes de lo que ya habia tomado. Una de sus ayudantes se le quedo mirando al ver que de pronto había enmudecido, se acerco a ella, volteo a ver el monitor y su rostro palideció... Las manchas negras que ahí se veían les gritaban un final que ninguna de las dos se esperaba, un final de una historia de amor que terminaba en tragedia, un final que ahora le tocaba platicárselo a su amado, informarle que tenia un cáncer tan avanzado... Que nunca iba a llegar a la fecha que tenían planeada, para culminar esa historia de amor que parecía de novela.



miércoles, 17 de abril de 2019

Con una pierna avanzando...

El día transcurría igual que siempre, igual que todos en esa semana que llevaba sin hacer nada, sin novedad alguna. El echado en su hamaca amarrada en una terraza que daba a un patio de tierra delimitado con alambre de púas,  con un pie en el piso que hacia las veces de pistón para balancearlo mientras escuchaba las noticias, sin ponerles atención, sin importarle realmente el acontecer nacional o internacional, solo para escuchar algo mas allá del sonido del viento, del ladrar de los perros. 

Un viejo ventilador oscilaba de un lado a otro, intentando refrescar una mañana que era imposible de refrescar, el calor bochornoso convertía a esa brisa en una masa gelatinosa que se pegaba en todo su cuerpo. Un vaso vacío lo acompañaba a su lado, a medio llenar de un agua turbia, lo que quedaba como el ultimo vestigio de lo que en algún momento fue una limonada con hielo, el ultimo testimonio de que en algún momento tuvo alguien que podía atenderlo, ahora convertido  en un cultivo de larvas que desesperadas nadaban esperando el momento de emerger convertidas en mosquitos.

Unos ruidos en su estomago le informaban que ya era tiempo de levantarse, de mala gana bajo el otro pie al piso, se enderezo, acomodando una camisa abierta, totalmente húmeda por el sudor y con un olor propio que el ya no olía, acostumbrado al hedor que ya tenia por tener varios días sin bañar.

Se levanto, camino hacia la casa, sintiendo en cada paso cómo se iban sumando nuevas capaz de un calzado de tierra que ya tenia formado en cada planta del pie. Empujo la puerta que carecía de chapa, solo atorada por la hinchada madera que la formaba, entro a lo que en tiempos pasados fue una cocina funcional, ahora convertida en un cementerio de platos y ollas amontonados en un fregadero que desde hace mucho tiempo dejo de pasar agua. Una mesa despintada con bolsas de plástico vacías y hechas nudo, algunas aun servilletas manchas que alguna vez sirvieron para llevar comida a la casa. Se apreciaban dos sillas, muy deterioradas, como haciendo juego con la pintura de la casa, manchadas, escarapeladas, una de ellas tirada en el piso, sin que nadie tuviera la intención de recogerla. Paso al área que correspondía a la sala, el living como el le llamaba, presumiendo de su descendencia Argentina que de nada le servia, ahí había un viejo sillón, lleno de manchas de humedad y con un olor que penetraba toda la casa, un olor que el caminante ya no sentía, ya no olía... O pretendía que no olía nada, como lo hacia con su persona, como cualquiera pensaría que así lo hacia.

A un lado de sala se apreciaba un pasillo que al fondo se apreciaba una puerta, era la puerta  del baño, un baño ya tapado por la falta de agua, ya tapado por haberse usado mucho tiempo sin tener ya agua. A los lados dos puertas, al igual que la puerta del baño ya deformes por la madera hinchada por la humedad, descarapeladas, con algunas manchas que sugerían que alguna vez estaban pintadas, pero sin poder confirmar el color con que fueron pintadas. Esas puertas llevaban a dos cuartos, uno vacío, el otro con un viejo colchón tirado, que solo era usado cuando la lluvia impedía usar la hamaca colgada afuera.

El hombre salió a la calle, vivía en una colonia irregular donde los vecinos pocos se diferenciaban unos de otros. Emparejo la puerta para cerrarla, no tenia cerradura, no la necesitaba, no tenia nada que le robaran y los vecinos sabían que necesitaba de cualquier excusa para matar a una persona, nadie tenia la intención de invadir esa propiedad que solo tenia valor para el que la habitaba.

Ya en la calle volteo a la derecha, caminando en medio de la calle, por ahí no abundaban los automóviles, por ahí no existían los automóviles, solo bicicletas y algunas motocicletas, que para los dueños eran un significado de estatus social. Siguió caminando, saludando con un moviendo de cabeza a los vecinos que se topaba, camino ocho cuadras de su casa, ocho eran suficientes, el era ya muy conocido en la zona por robar lo que pudiera a quien se dejara, no se molestaba ya en aparentar nada, ya en ocho cuadras era mas fácil encontrar a un despistado que no lo conociera, fue cuando vio la oportunidad de conseguir algo para comer. Venia caminando una mujer, su caminar era lento, cojeando de una pierna, caminaba viendo el piso, como cuidando que no hubiera nada que la tropezara, trata un descolorido pantalón de mezclilla y una camisa que brillaba de tanta planchada que ya tenia, venia dando pasos lentos, con un pie avanzaba y el otro lo arrastraba, venia con una pequeña bolsa que abrazaba mientras caminaba. Él la observo y vio la oportunidad, nunca lo iba a poder corretear, sabia que algo debería tener de valor para que llevara así cargando su bolsa. 

Ella continuaba su lento camino, siempre mirando al piso, el se cambio de banqueta, su estrategia era pasarla de lado para atacarla por la espalda. La paso, sin nunca quitarle la mirada, se siguió de largo, vio a todos lados y al confirmar que no había testigos se cambio de lugar, atrás de ella, y entonces camino hacia su objetivo, sacando una vieja navaja que llevaba en el bolsillo. La alcanzo, le jalo la bolsa del hombro para buscar zafarla, ella, al sentir el ataque, por instinto, abrazo con mas fuerza la bolsa, el jaloneo empezó, los golpes empezaron. Ella perdió el equilibrio y cayo al piso, sin soltar su bolsa, el comienzo a patearla mientras luchaban en una danza frenética, donde el compás lo marcaba las correas del botín que pretendía obtener. 

Ella, como pudo, ya con un ojo cerrado por tanta patada, sintiendo como corría la sangre por una herida en la frente que le hacia ver borroso por el otro ojo, abrió la bolsa, saco una pequeña pistola y solo un tiro, con una única bala que le quedaba... Pero no necesito más. Al maleante le dio de lleno en el estomago, de inicio no supo que pasaba, no comprendía que pasaba, solo sitio como un golpe lo asfixiaba, solo la bolsa, empezó a trastabillar dando pasos para atrás, de pronto todo se empezó a tornar gris, mareándose, cayendo. Algunos vecinos escucharon el disparo, pero nadie salió, en esa colonia todos sabían que lo mejor era no inmiscuirse, que lo mejor era hacer como que no pasaba nada.

Ella se levanto, guardo la pistola. Vio al sujeto tirado, sacudiéndose en espasmos que anunciaban la próxima muerte, después volteo para ver si alguien la auxiliaba, pero no vio a nadie, ella sabia que nadie acudiría a ayudarla. Guardo la pistola, se sacudió la tierra, con una manga de la camisa se limpio la sangre que escurría en su único ojo sano y siguió su camino, con una pierna avanzando, con la otra arrastrando. Era una veterana de guerra, la cadera y una pierna quedaron destrozadas por esquirlas de una granada, esto la dejo imposibilitada para trabajar, nunca fue buena para trabajos de oficina, no sabia usar una computadora, solo la primaria había estudiado. Su esposo la dejo cuando quedo media paralizada, sus padres habían muerto, no tenia hermanos. Le pensión que el ejercito le daba no le alcanzaba para nada, ese día, justo ese día, estaba sumida en una profunda depresión, que ahora esa golpiza que acaba de recibir en nada la ayudaba. 

Ahora caminaba sin saber a dónde ir. Más temprano, ese mismo día, cuando salió del cuarto que rentaba, ya tenia planeado lo que iba hacer. Arranco una hoja de una pequeña libreta, hizo una nota, como una despida, diciendo que no se culpara a nadie de su partida, como si realmente hubiera a alguien que le fuera a importar. Tomo su pistola, un arma que le fue regalada como un reconocimiento a su servicio, le puso la única bala tenia y salió de su cuarto, decidida a caminar hasta la orilla de la ciudad, para terminar con su desdichada vida. Salió caminando, con una pierna avanzando y con la otra arrastrando, hasta que después de dos horas la misma vida a la que estaba a punto de despedirse le cambio el destino.

Ahora, después de lo sucedido iba recapacitando, pensando en lo que le había pasado, caminando, con una pierna avanzando y la otra arrastrando, razonando que si bien la vida era difícil, igual valía la pena intentarlo de nuevo. Se detuvo y dio la media vuelta, para regresar por donde había venido, con una pierna avanzando y con la otra arrastrando, pasando poco tiempo después junto a un cadaver que tenia la mirada fija hacia el infinito, siguió su camino, con una pierna avanzando y la otra arrastrando, dando gracias a ese pobre tipo, que le había dado la oportunidad de seguir avanzando... Aunque llevara la otra pierna arrastrando.








viernes, 5 de abril de 2019

El gran final...

–  ¿Por qué dudas de mí? – Le reclamaba un ofendido novio a su amada, mientras buscaba su mirada.

– ¿No te he demostrado cientos de veces lo importante que eres para mi? ¿Que no valen las pruebas de amor que cada día te doy? ¡Toda tu familia dice que somos la pareja perfecta! ¡Siempre me dices que eres la envidia de tus amigas por te lleno de atenciones! ¡Y ahora me sales con qué dudas de mí! - Reclamaba el inconsolable e incomprendido varon a esa desquiciada mujer, la misma que momentos antes le había encontrado un boleto de avión, de un viaje corto, de un viaje de fin de semana. De un viaje al mismo lugar donde vivía una ex novia de su amado, una ex novia que era cosa del pasado, una vieja historia que ya no tenia nada que ver con su envidiable presente y que por mala suerte, vivía en la misma ciudad donde su ofendido prometido había viajado para cerrar el negocio, que le iba a generar los ingresos para su próximo matrimonio.

–¡Ten mi celular, revísalo! Ve en detalle cada una de las fotos que ahí tengo, ve los chats, ve mis redes sociales que ahora las tengo abiertas para que así te puedas convencer de lo injusta que eres conmigo – Le exigía el novio mientras ponía su movil en las manos de ella, con la seguridad que solo puede tener quien no tiene el menor temor de ser descubierto, la seguridad que solo puede dar quien no oculta nada, esa seguridad que le demostraba a ella, que realmente era la mujer amada...
Entonces ella, al ver tal insistencia, sintió como su cara enrojecía, con la vergüenza de haber dudado de su ser amado, con la pena de haberle faltado al respeto, con una vergüenza que la dejaba sin palabras por haber dudado.

–No, discúlpame, vi que el boleto era hacia el mismo lugar donde vive ella y los celos me ganaron, te quiero tanto, que el miedo de perderte es mas fuerte que mi propia cordura– Le decía ella, mientras le regresaba su teléfono y lo abrazaba.

Él, comprendiendo que la coincidencia podría despertar la duda de cualquiera, la abrazo, le levanto la cara y la beso. Ella, sin dudarlo se pego a el, besándolo con ternura y después con pasión, con esa pasión que solo se siente cuando realmente se quiere, con esa pasion que nace despues del perdon. Mientras el recorría su cuerpo con una de sus manos, tocando los puntos exactos que tan bien conocía, tocando esos botones que provocan olvidos superados por lívidos que no se controlan, que no se pueden controlar. La desnudo, le dedico el tiempo que debía dedicarle para producirles espasmos que sacudieron cada parte de su cuerpo, cada vibra de su ser, hasta dejarla tendida en la cama, con una mano en el pecho para recuperar el aliento y otra mano en la frente, como para ordenar las ideas de una mente que en blanco había quedado.

Así estuvieron por una media hora, después se levantaron, sé cambiaron y se prepararon para seguir con los pendientes que tenia por hacer, había una boda en puerta y aun muchas cosas que preparar.

Salieron de la casa, se despidieron. Cuando ella se subia a su coche èl le grito –¿Quién es tu Rey? Ella, sonriendo, le contesto –¡Tú! ¡Tu eres mi Rey!– Y se subió al automóvil  feliz, emocionada partio a seguir preparando las cosas pendientes para su próximo matrimonio.

El espero a verla desaparecer, hasta darse el ultimo adiós, cuando ella dio vuelta en la esquina de la calle. Entro a su casa, tomo su chaqueta, y salio de nueva cuenta, con una sonrisa en la cara. Se fue caminando, aun sentia correr la adrenalida por su cuepo por tantas emociones, por lo que el camimar le serviria para calmar los nervios. Saco el celular de la bolsa del pantalón, y haciendo aun mas grande su sonrisa, se puso a revisar las fotografías que tenia guardadas. Las tenia perfectamente ordenadas, por carpetas, por fechas. Busco la que corresponda a la semana pasada, la que correspondía a ese fin de semana, de su viaje corto. 

Abrió la carpeta y empezaron a salir las imágenes de una pareja desnuda, fue viéndolas una por una, ahora con una gran sonrisa, esas sonrisa que solo la tienen los cazadores cuando presumen sus trofeos de caza. Esa sonrisa que refleja el orgullo de haberse levantado cuando lo pensaban noqueado, esa sonrisa que con la que le grita al mundo que nadie puede tumbarlo. 

Las imágenes eran de el y de otra mujer, de ese ex amor que ya nada tenia que ver con el; de ese pasado que justo habia jurado que se habia terminado. Testimonios grabados de la permanencia de una sumisa exclava encantada de seguir siendo un juguete sexual. Imágenes que proyectaban una lujuria que solo el pecado puede provocar. Cada una diferente a la otra, cada una buscando ser mas atrevida que la otra. Hasta llegar al gran final, sellado por un pequeño video, que de nuevo se puso a verlo. Ahí se veia como tenia postrada a una mujer frente a el, desnunda, ocupada y concentrada en darle sexo oral. El enfocaba su propio rostro y depues a la cara de la mujer arrodillada, con los ojos entrecerrados, gozando profundamente del placer que le estaba dando. En el video se ve como la retira con la mano, de una forma despectiva, mientras le dice –¡Dime quién es tu rey– A lo que la arrodillada mujer le contesta, con una gran sonrisa escurriendo de saliva… –¡Tú! ¡Tu eres mi Rey!–




lunes, 19 de febrero de 2018

¿Quien eres tu?

¿Y quien eres tú? ¿Que de la nada te apareces queriéndote meter en mi alma? Te presentas como si tuvieras el derecho de luchar por un corazón, que en su momento ya fue entregado pero nunca me fue devuelto. Un corazón del que llore mucho tiempo por haberlo perdido, un corazón que al saberlo perdido, he aprendido, que puedo vivir perfectamente sin volver a querer, sin necesidad de tener a nadie que me mueva mi mundo perfecto. Un mundo perfecto que no tiene cabida para ti, que ahora te apareces queriéndome enamorar.

¿Quien eres tú? Que insiste tanto en llamarme, en invitarme. En portarte bello y atento, cuando yo se que todo eso, no es mas que puro invento.

¿Quien eres tú  Que se atreve a querer mover los delgados hilos que quedaron, de esas sogas tan gruesas que sostenían la gran ilusión que un día sentí.

¿Que no te das cuenta de que ya no me interesa el volverme a enamorar? ¿Que no te das cuenta de lo feliz que soy, abrazada de mis amigas y familiares, donde no queda cabida para nadie mas?

¿Porque ahora apareces tú  Moviéndome cosas que estaban muy bien donde estaban guardadas. Diciendo lo que muchos me han dicho... Pero ahora con un tono diferente, usando las mismas palabras que he escuchado tantas veces, pero con un sentido distinto.

¿Porque ahora inquietas un lienzo que fue tan maltratado? Del que ahora solo quedan algunos pedazos unidos por lagrimas tan secas, que ya no recuerdan el porque ahí llegaron. Pero que ahora, de alguna forma, se esta renovando, nuevos trozos blancos aparecen, uniendo los pedazos que quedaron, como preparándoselo a ser de nuevos pintados.

¿Quien eres tú  Que ahora me haces pensar otras cosas, que no tienen nada que ver con el trabajo ni mi vida que parecía tan perfecta.

¿Quien eres tú  Que ahora me saca una sonrisa cuando de ti me acuerdo. Justo cuando los viejos recuerdos de ese pasado ya han quedado enterrados.

¿Quien eres extraño? Que sin saberlo me ha demostrado... Que ya estoy lista para tener de nuevo, a alguien que se gane el derecho, de caminar a mi lado.




viernes, 16 de febrero de 2018

El Señor Destino...

Y sus caminos se cruzaron, después de vivir por años unas vidas paralelas de las que nunca se encontraron. Caminaron muchas veces, uno a un lado del otro, sin nunca mirarse, sin nunca enterarse de la existencia del otro... Simplemente no era el momento.

El Señor Destino, sentado en una vieja silla de roble, ve el gran tablero donde todos los seres se mueven como si fueran piezas independientes, diariamente, al azar piensan  las piezas que ahí se mueven. Perfectos caminos, bien trazados, se aprecian en ese tablero, como si fueran millones de micro trenes eléctricos siguiendo una vía ya por alguien establecida. Tan perfecta, que en muchos trazos parecen a punto de chocar, pero al final, ni siquiera se rozan, ni siquiera lo notan las piezas que nunca dejan de moverse.

El Señor Destino sonríe cuando esos dos se cruzan y juntos empiezan un mismo camino. Toma un muy viejo cuaderno forrado en piel y revisa lo que ahí viene anotado, ve la fecha del día y la hora,  sonriendo pone de nuevo el cuaderno del lugar donde lo había tomado, al confirmar que la hora y el día fueron correctos, de acuerdo a quien ahí lo había anotado.

Esas dos piezas coincidieron en la misma panadería donde tantas veces habían ido antes, muchas veces el le había abierto la puerta para que ella entrara, otras ella le había cedido su lugar para que el pagara en lo que ella encontraba su cartera, que como siempre, luchaba en el fondo de su bolsa para nunca ser encontrada. Muchas veces paso esto, donde la cortesía solo daba lugar al gesto, pero nunca a la mirada. Ahora, justo en el momento exacto, ni una centésima de segundo antes, ni una centésima después, ambos tomaron la manija de la puerta para salir de la panadería, al mismo tiempo, en el tiempo exacto. Ambos voltearon a verse, se sonrieron y sintieron como una pequeña descarga eléctrica les recorría toda la espina dorsal, erizando los vellos de su cuerpo, encendiendo cada uno de sus sentidos, borrando todo lo que había a su alrededor y sobresaltando lo que en ese momento solo importaba, solo ellos dos.

Ella retiro su mano, el abrió para que salieran los dos, le ayudo con una de las bolsas de pan que ella llevaba. El le pregunto su nombre, ella le abrió su vida. No entendían que estaba pasando, era algo mágico, no importaba lo que se dijeran, el otro ya entendía lo que le quería decir. No importaba lo que uno quería, porque el otro ya se lo estaba proporcionando, tal vez no con lo mismo, pero si con algo que la mantenía al cien por ciento complacida.

Ellos volvieron a sus vidas, sin ya nunca soltarse. Felices porque lo compartían todo, dando gracias a la vida por lo que les había tocado, sin saber que solo estaban siguiendo un camino... Que ya estaba escrito por el Señor Destino. 




martes, 13 de febrero de 2018

Tu gran amor juvenil

Ya te esperaba, si bien llegaste cuando menos lo pensaba, yo ya te esperaba. Vamos por la calle, sumidos en la intolerancia de la gente que nos ve pasar, tomados de las manos, como si nuestras manos fueran los barandales que nos permite equilibrarnos en estos caminos tan espinosos, de un piso tan plano, como la mente de la gente que por ahí transita.

Personas que no aceptan, no permiten, la diferencia entre parejas ¿Que importa lo que diga la gente, si la gente nunca estaba cuando solo por la vida andaba? Ahora todos se preocupan por mi, por quien ahora me acompaña. No aceptan que las diferencias son los que nos hace completos. Que gracias a que somos distintos podemos ser tan iguales, mientras nuestros iguales nos ven tan distintos.

Contigo rio lo que tanto tiempo deje guardado, saliendo las carcajadas como oleadas, en marejadas de sentimientos guardados por no tener un rio donde desaguarlos. Encerrados por no tener un motivo para sacarlos y ahora te tengo a ti, en un país donde la intolerancia va de la mano con la hipocresía, de la misma forma como tú y yo vamos caminando todos los días.

Siempre se escucha sobre la igualdad de las gentes, de los colores, de las religiones. Donde muchos buscan foros para gritar que no importa lo que creas, ni quien tu seas, de donde vengas o como vengas. Que lo que importa es el interior de las personas, que el exterior es solo una cubierta que tiene vigencia, mientras el interior es algo que por siempre dura.

Todo se perdona, si los colores cuando se mezclan esta bien, si las religiones cuando se juntan esta bien, si las diferentes nacionalidades se entien es perfecto, si son del mismo sexo no importa... ¿Cual es entonces nuestro pecado, que la gente tanto nos observa? ¿No comprende que somos felices por tan solo estar juntos? 

No importa el poco tiempo que nos quede. Estoy consciente que el mismo destino que te cruzo en mi camino, el mismo destino me va a obligar a olvidarte, en algún momento, en nuestro próximo futuro. Cuando estos treinta años que tenemos de diferencia, cobren su factura. Cuando nuestras edades te obliguen, siendo una bella mujer madura, a ver como se olvida de ti tu gran amor juvenil... Viéndolo separarse de ti, obligado por la demencia senil.